En una mañana de agosto algo dispara al unísono a los cuervos en Campo Azálvaro.
El puente en ruinas parece añorar los tiempos de la transhumancia y crea sombras que sirven de refugio contra un Sol implacable. Los huecos entre las piedras sirven de cobijo a una familia de gorriones chillones, los adultos cazan sin descanso para alimentar a los polluelos.
Las crías no dejan de reclamar su ración.
(Petronia petronia, Sp. Gorrión chillón, En. Rock sparrow. )
Que es prontamente servida por el macho,
Y por la hembra.
Sabrosos saltamontes,
Y todo tipo de trofeos para saciar la voracidad de los polluelos.
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