Subiendo desde Covadonga hacia Los Lagos, es de los últimos días en que todavía no está regulado el tráfico, la vista desde el Mirador de la Reina es impresionante, las nubes velan parte del espectáculo y añaden su propio misterio.
En el Lago Enol. La luz es durísima vamos a tener un día de Sol radiante.
Vega la Piedra. Estos bloques de caliza desgajados de los farallones calcáreos más próximos se han ido cubriendo de vegetación y albergan diferentes especies incluyendo el avellano.
Las flores de colores delicados junto con cardos en tonos azulados ponen la nota en el verde de las praderas, al fondo empiezan a asomar los picos del Cornión.
Las vacas descansan en el prado presidido por la Torre Santa de Enol, algún ternero se ha entretenido mamando todo el día.
El grupo de la Torre Santa de Enol.
El refugio de Vegarredonda.
El refugio antiguo.
Subiendo hacia Ordiales.
Los rebecos en las praderías de Ordiales.
Rupicapra rupicapra, Rebeco.
No podía faltar el Águila real en el reino encantado de los rebecos y las águilas.
El abismo de Ordiales, son unos 1.500 m de caída hasta las aguas del Dobra.
El Canto Cabronero desde el mirador de Ordiales
Pulvus es.
Losa de Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa.
Las chovas piquigualdas sobrevuelan la zona con gran pericia, esperan alguna sobra de nuestro refrigerio.
Los rebecos vuelan peña abajo y arriba.
En las rocas vemos algunos pájaros que me resultan difíciles de identificar,
Prunella collaris, Alpine accentor, Acentor alpino.
Anthus spinoletta, Water pipit, Bisbita ribereño alpino.
A la vuelta de Ordiales nos entretenemos en la contemplación del mar de lapiaz.
Una vez en el refugio empiezan a subir las nieblas.
Esta perrina pastora se llama Neska que en vascuence significa niña.
La bruma filtra el Sol que parece la Luna.
Bajando hacia los lagos se ve el Sueve que emerge entre el mar de nubes.
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